A lo largo de estas líneas, quería hablaros de algo que me sucedió el pasado miércoles al asistir al CAP (Centro de Atención Primaria). Y aunque cada vez me sorprenden menos cosas, ésta no dejó de ser una de ellas.
Está claro, que por mucho que el Gobierno se empeñe en recortar el presupuesto al Plan Nacional de Drogas en un 28% para este año, nos queda mucho por aprender, y por enseñar en todos los niveles de la población, incluidos los profesionales sanitarios. Y en este sentido no quiero criminalizar a este sector, que está fuertemente perjudicado por los recortes, sobre todo, aquí en Cataluña. Sino, todo lo contrario.
El pasado miércoles me encontraba en la sala de espera de la consulta, cuando amablemente me dirijo a la administrativa para preguntarle sobre la ubicación de los lavabos, aspecto que desconocía ya que no frecuento mucho mi médico. Ella ni corta ni perezosa y con una voz clara y profunda me dijo que “los lavabos estaban cerrados para que los drogadictos no vinieran a pincharse”. Yo en ese momento me quedé atónita y no supe que contestar, supongo que ante mi cara de asombro, la mujer prosiguió diciendo que “era una medida disuasoria temporal para que dejaran de venir”. En las palabras de la administrativa noté, como me pasa en otras ocasiones, desconocimiento del problema real, prejuicios e incluso rechazo hacia estas personas.
Yo me podía esperar otras respuestas por las que el lavabo se mantuviera cerrado pero nunca me hubiera imaginado ese motivo, y no porque sea de las que piensen que en mi barrio no hay personas que utilicen drogas por vía inyectada, sino todo lo contrario.
Sé y defiendo firmemente que personas que consuman drogas ha habido, hay y habrán en todos los barrios y extractos sociales, por mucho que algunos se empeñen en negarlo.
Además, aunque en ese momento me quedé sin palabras, después de unas horas me puse a pensar sobre el tema y me pareció que era más serio de lo que en un primer momento me podía imaginar. Y pensando me dije “pues si yo me inyectara, qué mejor sitio para hacerlo que en un ambulatorio, rodeado de médicos y enfermeros”.
Yo no sé de quien fue la decisión de tomar esta drástica medida, ni tampoco conozco la problemática que llevó a estos dirigentes a cerrar los lavabos. Tampoco sé si era algo ocasional o un problema que se iba agravando. Lo que sí estoy segura es que a pocos metros está el CAS (Centro de Atención y Seguimiento de drogodependencias), y a pocas paradas de autobús la sala de venopunción de Vall d’Hebron. Además de mencionar los fuertes recortes que ha sufrido la red de drogodependencias, destacando la reducción de horarios y personal de la sala de venopunción Baluard de Ciutat Vella.
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Kit de Programa de Intercambio de Jeringuillas (PIX) |
Remarcar que este CAP es uno de los 4 centros en Barcelona adheridos al Programa de Intercambio de Jeringuillas (PIX) de la Agencia de Salut Pública de Barcelona, y aunque si que entiendo la especificidad de este programa, que consiste en la facilitación de material estéril inyectable, preservativos, y otros utensilios para el consumo de drogas vía parenteral, me cuesta creer que por una parte le suministran el material pero por otro lado, les invitan a hacerlo en otro sitio, quizás menos seguro. ¿Donde está la educación que este programa predica?
En la facultad y en toda la experiencia profesional que llevo, me ha enseñando que la educación y prevención hay que hacerla allá donde surge el problema, pues que buen espacio el ambulatorio, un edificio de sanidad, higiénico, con folletos que cuelgan de una pared, y que casi nadie tiende a leer. (Si uno se fija detenidamente puedes encontrar de lo más variado, desde la prevención de enfermedades de transmisión sexual y sanguínea, hasta las tropicales, prevención de abuso de medicamentos, hasta folletos de ley de dependencia).
¿Y no es la drogodependencia, un problema sanitario? Si tratamos el problema adecuadamente, en lugar de cubrir un tupido velo como si no existiera, eliminaríamos muchos factores de riesgo asociados a los consumidores de droga inyectada. Y lo más importante le ayudaríamos, en lugar de cerrarles las puertas.
Dicho esto tampoco no quiere defender que los ambulatorios se conviertan en narcosalas, ya que no es ese su uso, pero sí reflexionar sobre la medida tomada por este ambulatorio en concreto, que eso sí, me parece totalmente inadecuada y desproporcionada.
A modo de conclusión, querría remarcar lo que he aprendido de este suceso:
- Nos queda mucho camino por recorrer en las drogodependencias. Estamos muy lejos ya no sólo de lo ideal sino de lo óptimo.
- Existe mucho desconocimiento de la problemática, tanto a nivel de profesionales sanitarios como de personal de a pie. El desconocimiento a su vez trae miedo.
- Todavía hoy, en el s. XXI, hay mucha persistencia en negar y tapar el problema como si no existiera. Negando el problema, lo estamos agravando e incluso fomentando la marginación en estas personas.
- Que se necesita formación específica e información para poder abordar estos sucesos, (Que por cierto no creo que sean inusuales), y para los que no estamos preparados.
- Que existen muchos prejuicios entorno a las drogodependencias que necesitan ser abordados en todos los niveles.
Y por último, remarcar que las drogas existen desde el principio de la humanidad, en todas las culturas, y que es algo que esta presente. En tiempos de crisis y ante la soledad, depresión, desesperación de muchas personas, puede hacer que el uso de las drogas pase a una adicción, y es en ese punto donde tenemos que trabajar.
A modo de reflexión, que dejo abierta, me pregunto también si esta decisión se ha consensuado con otros centros, si es un problema que existe en los ambulatorios, qué medidas toman,… ¿Qué otras alternativas se podrían hacer?,…
Desde aquí os animo a que si sabéis la información o queréis opinar sobre la cuestión, podáis dejar vuestros comentarios, ya que nos parecerán muy interesantes y podemos debatir juntos.
Un saludo